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LA CONEXIÓN 11S – 11M Y SU FINALIDAD.

En el año 2001 se culminó en nuestro país la denominada “Operación Dátil” que sirvió para desarticular la primera célula de Al Qaeda en España. En la sentencia número 36/2005 de 26 de septiembre consta que ya en el año 1994 se solicitaron intervenciones telefónicas con control judicial relativas a los teléfonos utilizados por el líder de la célula, Imad Eddin Barakat Yarkas (hijo de un general desertor del Ejército sirio). Del mismo modo, se afirma que los terroristas suicidas que estrellaron los aviones y que constituían la denominada “célula de Hamburgo”, mantuvieron relación telefónica con el líder de este grupo que fue informado del resultado de los vuelos de familiarización y reconocimiento que estaban realizando los pilotos suicidas. Asimismo, consta que Mohamed El Emir ATTA decidió que la reunión en la que ultimarían todos los detalles de los atentados del 11-S, se llevara a cabo en Madrid, precisamente, donde vivía Barakat Yarkas y con el que contactaba desde el año 1990. Mohamed ATTA llegó a Madrid el 8 de julio de 2001 y se hospedó en el Hotel Diana Cazadora, habitación nº109. Unos días después, el 16 de julio, se celebró una segunda reunión en Tarragona.

Sería absurdo creer que el líder de ese grupo pudo participar en esas reuniones para ultimar los detalles de los atentados y estar informado de esos vuelos de familiarización, y todo esto no fuera detectado por los servicios de Inteligencia o Información españoles que, precisamente, ya lo controlaban desde el año 1994 (Diligencias Previas 447/94 solicitando la intervención telefónica con control judicial cuya prórroga fue solicitada nuevamente en 1996). Esto es muy importante porque se trata de alguien que no solo fue controlado por los servicios de Información en aquellos años sino que ese seguimiento se prolongó hasta el año 2001 cuando se culminó la Operación Dátil. De hecho, tras su detención fue procesado y después condenado por la Audiencia Nacional a la pena de 12 años de prisión por el delito de integración en organización terrorista en grado de dirigente, y a la pena de 15 años de prisión por el delito de conspiración en los atentados del 11 de septiembre de 2001.

En la sentencia que dictó la Audiencia Nacional se argumentó que Imad Eddin Barakat Yarkas conoció los siniestros planes de inmediata ejecución de los atentados del 11-S y que los asumió como propios, siendo puntualmente informado de los preparativos que antecedieron a los ataques perpetrados contra las Torres del World Trade Center de Nueva York y contra el Pentágono. Pero el Tribunal Supremo, resolviendo los recursos de casación, consideró que los indicios para condenarle como conocedor de los planes de los atentados del 11-S eran “inconsistentes o casi inexistentes” y dictó su absolución por el delito de conspiración, rebajando la condena de 27 a 12 años de prisión por su integración en organización terrorista en grado de dirigente pero sin implicación alguna en los atentados del 11-S.

Por lo tanto, el propio Tribunal Supremo apuntó en la línea de que aquella Operación Dátil se pudo utilizar como señuelo o una puesta en escena, para establecer vínculos de Al Qaeda con aquellos supuestos pilotos suicidas. Tres años después, esto mismo se utilizó en el 11-M para establecer esos mismos vínculos con aquellos que supuestamente se suicidaron en el piso de Leganés o fueron condenados como cabezas de turco por su participación en aquella masacre cuando, en realidad, la mayoría eran delincuentes comunes que se dedicaban al tráfico de drogas. Por su parte, los disidentes sirios que se utilizaron para establecer esas vinculaciones ni tan siquiera fueron procesados, a pesar de que una línea de investigación policial aportó evidencias muy claras sobre su implicación en aquellos atentados de Madrid.

Precisamente, información contenida en dicha sentencia es la que voy a utilizar para argumentar la conexión entre los dos atentados. En aquel operativo policial quedó al descubierto todo un entramado empresarial de la disidencia siria integrado en la Hermandad Musulmana en España, que durante años ha colaborado en el financiamiento de esa mentira llamada “Terrorismo Yihadista”. El líder de ese grupo, Imad Eddin Barakat Yarkas (alias “Abu Dahdah”), se dedicaba a recaudar fondos y a reclutar a jóvenes que a cambio de dinero se enviaban como mercenarios a campos de entrenamiento para su adiestramiento en el manejo de armas y explosivos, sumándose después a esos grupos rebeldes en Siria. A su regreso a España de esas zonas llamadas de “conflicto bélico” se les proporcionaba, entre otras cosas, cobertura laboral. Precisamente, uno de los miembros del grupo que tenía esa función era el disidente sirio y residente en Madrid, Mohamed Needl Acaid, que lo hacía a través de su empresa “Decomisos Mardini”. A su vez, este disidente sirio era propietario de una parcela situada en el municipio de Morata de Tajuña, donde según la sentencia dictada por la Audiencia Nacional sobre el 11-M, los terroristas ocultaron y confeccionaron los artilugios explosivos que se utilizaron para hacer explosionar los trenes. Lo importante de todo esto es que al igual que ocurrió con el líder de ese grupo, el teléfono de Mohamed Needl Acaid también estuvo intervenido con control judicial en el año 1994, cuya prórroga se pidió nuevamente en 1996. Miembros de los servicios de Inteligencia o Información españoles siguieron sus pasos durante siete años hasta su detención en el año 2001. Por lo tanto, también aquí sería absurdo creer que la célula autora de una matanza metódica planificada al detalle, utilizara para ocultar y confeccionar los explosivos una finca cuyo propietario había sido controlado durante siete años por miembros de los servicios de Inteligencia o Información, llevándose a cabo incluso intervenciones telefónicas con control judicial. Además, toda esta mentira quedó al descubierto en el juicio por la declaración de un Jefe de Sección de la UCIE (TP 18403), cuando aseguró que se conocía de la existencia de la finca de Morata de Tajuña, al menos, desde septiembre de 2002 y, sin embargo, esta parcela no fue descubierta por la Policía hasta el 26 de marzo de 2004.

El papel que ha podido desempeñar España en todo esto, está estrechamente relacionado con la colaboración mantenida desde hace años por la Inteligencia militar estadounidense y española con su apoyo a la disidencia siria. Precisamente, de los 24 procesados por aquella Operación Dátil, 17 eran disidentes y exiliados sirios residentes en nuestro país y algunos de ellos nacionalizados españoles. El primer Gobierno de Felipe González coincidió con la “masacre de Hama” (1982) que fue liderada por Rifaat al-Assad como preludio de un intento de golpe de Estado pro norteamericano para derrocar a su propio hermano y presidente de Siria, Hafez al-Assad, e instaurar un gobierno para los intereses del eje que desde hace años lidera Estados Unidos, en esa lucha por el control de los recursos energéticos.

Los soviéticos desconfiaban desde hacía tiempo del hermano de Hafez al-Assad, al que consideraban ambicioso, corrupto y de preferir la influencia norteamericana a la soviética. Los viajes efectuados con frecuencia por Rifaat a Occidente, sobre todo a EE.UU. donde había adquirido una casa lujosa en un barrio residencial en las afueras de Washington, y sus entrevistas privadas con altos funcionarios norteamericanos eran mal vistas por los dirigentes de la Unión Soviética. Su famoso encuentro, rodeado de misterio, con el que fuera ministro de Defensa israelí, Ariel Sharon, en un hospital situado en las proximidades de Nueva York, fue descubierto por los servicios de Información soviéticos y hecho público con el fin evidente de desacreditarle.

Una vez fue sofocado el intento de golpe de Estado, aquellos que lo apoyaron o no lograron probar su lealtad a Hafez fueron exiliados, entre ellos, militares, empresarios y políticos. Precisamente, los dos componentes más importantes de esa disidencia siria en el exilio, Rifaat al-Assad (hermano menor del fallecido y ex presidente de Siria, Hafez al-Assad y tío del actual presidente Bashar al-Assad), y su socio Monzer Al Kassar, residieron durante años en Marbella donde colaboraron con miembros de la Inteligencia militar española y estadounidense, dedicándose al narcotráfico y tráfico internacional de armas. En octubre de 1988 fuentes de los servicios de Información de la Policía criticaron duramente la actuación del CESID respecto a las presuntas actividades delictivas en la Costa del Sol de Rifaat al-Assad, actividades denunciadas por la propia Policía en un informe oficial. Estas fuentes calificaron como “un encubrimiento” el trabajo de los servicios secretos militares españoles. Se llevaron a cabo dos investigaciones: una por la Brigada Provincial de Información de Málaga y la otra por la Brigada de Policía Judicial de Marbella. A pesar de ello, tan sólo un año después, en 1989, Rifaat al-Assad fue recibido en La Moncloa por Felipe González.

Desde sus mansiones ubicadas en Marbella, el traficante Monzer Al Kassar junto con su socio y vecino, Rifaat al-Assad, controlaban la producción de droga en el valle de Bekaa, una zona del Líbano que estaba bajo la protección del Ejército sirio. Desde allí, la heroína y la marihuana turca y libanés eran embarcadas a Europa desde el puerto de Latakia, ubicado al noroeste de Damasco. Temiendo la clausura de esa estratégica base de operaciones, Rifaat y Monzer idearon un ataque de comandos que terminó en fiasco. El 10 de octubre de 1999 Dean Shelley, un oscuro mercenario británico que era conocido en el submundo de los soldados de fortuna, recibió una llamada telefónica para montar todo el operativo y le dijeron que se necesitaría reclutar a veinte mercenarios. En el primer encuentro, el contratista reveló a Shelley que el objetivo era Siria y que la misión de sus mercenarios consistía en lanzar una contraofensiva contra las fuerzas de seguridad sirias que habían rodeado la lujosa residencia de Rifaat al-Assad en el puerto de Latakia. El 16 de octubre de 1999 Shelley y el contratista viajaron a Marbella para concretar los detalles de la operación y se hospedaron en el hotel Benabola ubicado en el lujosísimo complejo comercial-residencial Gray D’Albion, urbanización de la que es dueño Rifaat. La operación de los comandos mercenarios, prevista para el 26 de octubre de 1999, fue abortada a último momento y ante la falta de pago el mercenario defraudado contó lo sucedido en una entrevista al Sunday Times.

Yossef Bodansky declaró que Rifaat ha contado con el apoyo de EE.UU. y Arabia Saudí. El declarante es un israelí-estadounidense experto en Ciencias Políticas que se desempeñó como director del Grupo de Trabajo del Congreso sobre Terrorismo y Guerra NO Convencional de la Cámara de Representantes de EE.UU. Y un diario judío hizo alusión a un informe del Congreso estadounidense donde se decía que en el año 1992 el magnate sirio aparecía vinculado con una red de tráfico de drogas en el Líbano. Todo esto demuestra que durante años la Inteligencia militar española ha prestado su apoyo a esa disidencia siria integrada en la Hermandad Musulmana y que ha contado, además, con la connivencia del Gobierno español.

En todo aquel entramado empresarial de la disidencia siria en nuestro país integrado en la Hermandad Musulmana, algunos eran propietarios de una considerable fortuna desarrollando en España una fructífera labor empresarial. Se consideró como Hecho Probado en la sentencia por la “Operación Dátil”, que uno de estos empresarios conocía al líder del grupo, Abu Dahdah, al menos desde el año 1987. Asimismo, que era plenamente consciente de que una de las principales actividades que desarrollaba éste en España, consistía en el envío de individuos a campos de entrenamiento controlados por la red terrorista Al Qaeda para su adiestramiento en el manejo de armas y explosivos. A pesar de ello, este empresario decidió colaborar económicamente de forma activa con la causa y cuando se encontraba residiendo en Arabia Saudí, financió a otro disidente sirio nacionalizado español que lideraba una organización que pretendía desestabilizar Siria, mediante una campaña violenta con la utilización de artilugios explosivos. Del mismo modo, el cuñado de dicho empresario estuvo en Afganistán luchando como mercenario, y residió en Turquía donde se dedicaba a establecer contactos internacionales entre los referidos campos de entrenamiento y países europeos.

La finalidad de los atentados perpetrados el 11 de septiembre de 2001 no fue como opinan muchos infundir esa cultura del miedo en la población. Aquella estrategia comenzó mucho antes, concretamente, el 3 de julio de 1979 el presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, firmó un decreto presidencial secreto que autorizaba el financiamiento de guerrillas anticomunistas en Afganistán, aunque las primeras operaciones de la Inteligencia estadounidense y británica y la participación del gobierno de Pakistán, todas clandestinas, datan de 1973 y un primer intento de guerra civil y golpe de Estado fracasó en 1975. La denominada “Operación Ciclón” fue el nombre en clave del programa de la CIA para reclutar a miles de mercenarios (conocidos después como muyahidines) contra el gobierno de la República Democrática de Afganistán y el Ejército Rojo (1979-1989). Fue una de las operaciones de la CIA más largas y caras llevadas a cabo cuya financiación se estima en un total de 40.000 millones de dólares durante los 25 años de duración, aunque el verdadero valor no se conoce por el secretismo de ésta. Estos grupos de mercenarios contaron con el apoyo de varios países extranjeros, destacando EE.UU. que les proporcionó ingentes cantidades de armas y dinero. Para ejecutar esta política, el presidente Ronald Reagan desplegó a los oficiales de operaciones paramilitares de la División de Actividades Especiales de la CIA para entrenar, equipar y comandar a las fuerzas muyahidín contra el Ejército Rojo.

Aquello coincidió, precisamente, con la Revolución Iraní también conocida como Revolución Islámica (año 1979). El proceso de movilizaciones desembocó en el derrocamiento de la última Dinastía monárquica iraní que había contado con el apoyo de Reino Unido y Estados Unidos, y que significó la instauración de la República islámica actualmente vigente en Irán. El líder de aquella revolución fue el ayatolá Jomeini. En noviembre de 1979 algunos de sus seguidores asaltaron la embajada de EE.UU. en Teherán como protesta ante el intervencionismo estadounidense. En esas fechas, la Unión Soviética mostró su apoyo al ayatolá tras una reunión de dos horas entre el embajador de Irán en Moscú, Mohammad Mokri, y el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko. En aquella reunión, el gobierno de Teherán sentó las bases para mantener en toda su extensión las relaciones económicas con la Unión Soviética, incluido el abastecimiento del gas.

Todo esto fue corroborado por quien fue asesor de seguridad del presidente estadounidense, Jimmy Carter (Zbigniew Brzezinski), en una entrevista que concedió a un medio francés el 21 de enero de 1998. En concreto, declaró que los yihadistas no entraron desde Pakistán para liberar su patria de los ocupantes infieles soviéticos, sino que unos meses antes de la entrada del Ejército Rojo a Afganistán, Estados Unidos puso en marcha la Operación Ciclón el 3 de julio de 1979. Se enviaron a 30.000 mercenarios armados incluso con misiles Tomahawk a Afganistán para arrasar el país, difundir el terror y derrocar el gobierno. A su paso, violaron a miles de mujeres, decapitaron a miles de hombres y provocaron la huida de millones de personas que abandonaron sus hogares. De esta forma consiguieron neutralizar la oposición de millones de personas a las guerras y convertir en odio la empatía con el método de una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.

Lo verdaderamente importante aquí es que seamos capaces de entender cuál es la causa de todos esos conflictos bélicos y ataques terroristas que hemos sufrido en todos estos años, y que sigue siendo tan importante para que esa maquinaria que produce los acontecimientos muestre un desprecio absoluto por las vidas humanas y el bienestar social. Pues bien, el motor de todo esto no es otro que “la importancia geoestratégica” en esa batalla que ya en los años 70 se inició en Oriente Medio para ganar la carrera en la conquista por el gas. En concreto, la competencia de los proyectos rusos “North y South Stream”, y el proyecto estadounidense “Nabucco”. Lo primero fue la delineación de fronteras para fijar después la división territorial de ambos proyectos. Precisamente, todo ese despliegue militar se debió a la necesidad de garantizar la estabilidad y el consentimiento del entorno cuando se habla de las infraestructuras e inversiones que exige la industria del gas. Además, en los últimos años tenemos que sumar la importancia de Siria como centro de la Guerra del gas en Oriente Medio.

La primera fase de la estrategia que había diseñado el eje liderado por EE.UU. se produjo en Oriente Medio con la Guerra Irak-Irán (1980-1988) después de aquel envío de unos 30.000 mercenarios a Afganistán y lo acontecido en la revolución iraní, para hacerse con el control del yacimiento de gas natural más grande del planeta, el “South Pars-North Dome”, situado en el Golfo Pérsico y compartido entre Irán y Catar. Este conflicto bélico fue conocido en Irán como la “Guerra Impuesta”. Irak recibió apoyo técnico y armas de Estados Unidos. Sus armas químicas fueron producidas con materiales de doble uso otorgados por Estados Unidos y algunas compañías alemanas. El 26 de agosto de 1988 el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la Resolución 620 mostrando su profunda consternación por el uso repetido de armas químicas en dicho conflicto, y de que la utilización de dichas armas contra los iraníes se había intensificado y se había hecho más frecuente. Asimismo, se alentaba al secretario general a que llevase a cabo investigaciones a la mayor brevedad posible. El 9 de diciembre de 1991 el secretario general de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuéllar, reportó al Consejo de Seguridad que fue conocida la ocupación continua del territorio iraní durante la guerra y que, en una ocasión, advirtió con profundidad a los expertos concluyendo que las armas químicas fueron usadas contra civiles iraníes en un área adyacente a los centros urbanos carentes de protección contra esos ataques.

Después de ocho años de guerra sin un claro vencedor, la estrategia estadounidense consistió en hacerse con el control de Kuwait e Irak para hacer llegar el gas desde Catar a la localidad de Erzurum, Turquía, donde se encontraba la infraestructura de almacenamiento para su distribución a Europa central. Por eso mismo, después se produjo la invasión del territorio kuwaití por Irak en lo que se denominó Guerra del Golfo Pérsico (1990-1991). El más duro y cruel enfrentamiento de esta guerra apenas duró dos horas. Precisamente, todo ese despliegue militar se debió a la necesidad de garantizar la estabilidad y el consentimiento del entorno cuando se habla de las infraestructuras e inversiones que exige la industria del gas.

En los años 1992-1995 se produjo la Guerra de Bosnia.  Las entregas de gas natural ruso a la antigua Yugoslavia comenzaron en 1978 y, recordemos, que un año después el presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, firmó un decreto presidencial secreto que autorizaba la financiación para el sostenimiento de campos de entrenamiento y el envío de soldados mercenarios a Afganistán que años después serían enviados a Bosnia. A principios de 1990, después de la caída de la República Federal Socialista de Yugoslavia, “se firmaron acuerdos intergubernamentales separados sobre la cooperación en la industria del gas con los nuevos estados soberanos”. El 7 de febrero de 1995 se firmó un acuerdo intergubernamental ruso-serbio.

El proyecto ruso North Stream conectaba directamente a Rusia con Alemania a través del Mar Báltico. El proyecto South Stream comenzaba en Rusia, atravesaba el Mar Negro hasta Bulgaria y se dividía pasando por Grecia y el sur de Italia, por un lado, y por Serbia, Hungría y Austria, por el otro. Por su parte, el proyecto estadounidense Nabucco parte de Asia central (Azerbaiyán) llegando a Erzurum, Turquía (donde se sitúa la infraestructura de almacenamiento), y desde los alrededores del Mar Negro llega a Bulgaria, recorriendo Rumanía y Hungría para llegar a Austria, desde donde se dirige hacia la República Checa, Croacia, Eslovenia e Italia. Como podemos ver, el proyecto ruso South Stream y el proyecto estadounidense Nabucco, llegaban en paralelo a Bulgaria para distribuir su gas desde Asia a Europa, pero aquí el proyecto ruso atravesaba Serbia para llegar a Austria, mientras el estadounidense lo hacía recorriendo Rumanía. Precisamente, las importantes estructuras de almacenamiento en Austria servirán para rediseñar el mapa energético de Europa, ya que alimentarán a Eslovenia, Eslovaquia, Croacia, Hungría, Italia y Alemania.

Gazprom había creado una instalación común de almacenamiento con Serbia para proporcionar gas a Bosnia-Herzegovina y a la propia Serbia. En mi opinión, la importancia geoestratégica de Eslovenia, Croacia y Bosnia Herzegovina, para que el proyecto estadounidense Nabucco pudiera competir con el proyecto ruso South Stream fue, en realidad, la causa de las guerras que acontecieron en la zona desde 1992 hasta 1995 donde, además, por parte de los Estados Unidos y la Comunidad Internacional se trató de responsabilizar a Serbia de las masacres (limpieza étnica) ocurridas durante la Guerra de Bosnia. Unos años después, la Corte Internacional de Justicia de La Haya concluyó que Serbia no cometió genocidio en Bosnia.

Tenemos que tener en cuenta, además, la importancia de la cooperación sino-rusa en el campo energético como motor de la asociación estratégica entre los dos gigantes. Según los expertos, constituye incluso la base de su reiterado doble veto a favor de Siria. Esta operación no tiene que ver únicamente con el aprovisionamiento de China en condiciones preferenciales. China está llamada a vincularse directamente con la distribución del gas a través de la adquisición de activos y de instalaciones, además de un proyecto de control conjunto de las redes de distribución. En el año 2011, año en el que dio comienzo la Guerra Civil Siria, Irán firmó varios acuerdos para el transporte de su gas a través de Irak y de Siria. Aquello convirtió a este último en el principal centro de almacenamiento y producción, vinculado además con las reservas del Líbano.

Un hecho que corrobora todo esto fue lo sucedido tres años después, el 20 de octubre de 2014, con la muerte en extrañas circunstancias de Christophe de Margerie, presidente de la petrolera francesa Total”. Su Falcon 50 ardió tras impactar brutalmente contra el vehículo dedicado a limpiar apenas diez centímetros de nieve, en las pistas del aeropuerto moscovita de Vnúkovo. Christophe de Margerie era considerado “el amigo ruso de Occidente”. Para esta empresa, Rusia iba a ser el dorado del petróleo y el gas que hubiera representado su primera fuente de producción en 2020, según los cálculos hechos por el dirigente fallecido. Tras su muerte fue nombrado presidente de esta petrolera, Patrick Pouyanné que en el año 1999 había ejercido la dirección en el proyecto de “exploración y producción” rama de Qatar (aliado y socio de EE.UU). Tan sólo unos días después, el 01 de diciembre de 2014, se publicaba la noticia sobre la decisión que había tomado Rusia de suspender la construcción del gasoducto South Stream, que iba a llevar gas natural atravesando el Mar Negro hasta Europa (en paralelo al proyecto estadounidense Nabucco) debido a la oposición de la UE y Bulgaria a permitir el paso por su territorio, según anunció el presidente ruso Vladímir Putin. El jefe del Kremlin hizo este anuncio en una rueda de prensa en Estambul junto a su homólogo turco Erdogan, a la vez que propuso convertir Turquía en una plataforma de distribución de energía para el sur de Europa, con la que se comprometió a aumentar las ventas de gas y rebajar su precio. Asimismo, Putin ha sugerido que podría construirse un centro de distribución gasística en Turquía, cerca de la frontera griega, para dar servicio a los países del sur de Europa. Lo que vino después fue el intento de golpe de Estado en Turquía con el fin de derrocar al presidente Erdogan (la noche del 15 al 16 de julio de 2016). El Gobierno turco manifestó desde un comienzo que el responsable de la situación era el clérigo Fethullah Gülen, quien habría instigado el golpe desde su exilio en Pensilvania, Estados Unidos.

La mayoría de esos 19 terroristas que supuestamente secuestraron los cuatro aviones en el 11-S, eran jóvenes de 20 a 29 años de origen saudí y algunos habían sido reclutados años atrás como mercenarios tanto en la Guerra de Bosnia como en Chechenia. Precisamente, Arabia Saudí es uno de los países que con más dinero ha estado financiando el sostenimiento de campos de entrenamiento y el reclutamiento de miles de mercenarios (llamados muyahidines) para sumarse a los grupos rebeldes en esas zonas llamadas de “conflicto bélico”.

Lo interesante aquí es que Mohamed el-Amir Atta, considerado el líder de ese grupo y que, además, era el mayor de todos ellos con 33 años, tenía un perfil bien distinto al resto. De origen egipcio, pertenecía a una familia acomodada. Siendo un adolescente ya destacaba como buen estudiante con excelentes notas. Su padre era un abogado especializado en Derecho Civil. Su madre venía de una familia acomodada y también tuvo una educación privilegiada. Sus dos hermanas trabajaban una como doctora y la otra como profesora. Como uno de los estudiantes más brillantes de su clase, Atta fue admitido al programa más exclusivo de arquitectura en su último año. En 1990 se graduó como arquitecto y se unió al sindicato de ingenieros con una afiliación con la Hermandad Musulmana. Esto es importante porque la maquinaria con conexiones a nivel internacional que está detrás de todo esto lleva años apoyando precisamente a esa Hermandad Musulmana para derrocar el régimen en Siria e instaurar un gobierno para los intereses de Occidente en esa carrera para ganar la batalla en la conquista por el gas.

Después de graduarse en arquitectura, Mohamed Atta se inscribió en el programa de planificación de la Universidad Técnica de Hamburgo, donde estudió para obtener una maestría. En el año 1994, de la mano del presidente del departamento, Dittmar Machule, un alemán catedrático de arquitectura, urbanista e investigador de la construcción, viajó a la ciudad siria de Alepo. Mohamed Atta pasó varias semanas en Alepo durante agosto de 1994 y visitó la ciudad, nuevamente, en diciembre de ese año. Todo esto ocurrió el mismo año que se llevaron a cabo esas intervenciones telefónicas con control judicial al líder de la célula de Al Qaeda en España, Imad Eddin Barakat Yarkas y, también, a Mohamed Needl Acaid, propietario de la parcela donde supuestamente los terroristas del 11-M ocultaron y confeccionaron los artilugios explosivos. Siete años después, el hijo de un general desertor del Ejército sirio y un ingeniero, ambos afiliados a la Hermandad Musulmana, se reunieron en España para lo que sería, en realidad, una puesta en escena, estableciendo vínculos con esos jóvenes mercenarios reclutados, entre otros, por Barakat Yarkas.

La aparición del pasaporte intacto de Mohamed Atta fue una prueba falsa que constituye un indicio claro de que no subió a esos aviones. El hecho de que usara distintos nombres en documentos unido a su alta cualificación, apunta más bien a que fuera un agente de Inteligencia. Según la versión oficial, el saudí Osama Bin Laden y el pakistaní Khalid Sheikh Mohammed fueron los que reclutaron a Mohamed Atta y los otros miembros de la célula de Hamburgo. Precisamente, en la década de los ochenta Bin Laden fue reclutado por la CIA en la Guerra de Afganistán. Este saudí también estudió Ingeniería, Ciencias Económicas y Administración Pública. Su función fue la de contratista en esas operaciones paramilitares de la División de Actividades Especiales de la CIA. Aquel programa dependía en gran medida del uso de la Inter-Services Intelligence pakistaní, como un intermediario para la distribución de fondos, pase de armas y entrenamiento militar. Precisamente, el pakistaní Khalid Sheikh Mohammed que vivió en Kuwait y fue considerado el cerebro de los atentados del 11 de septiembre, se graduó como ingeniero mecánico en la Universidad Estatal de Carolina del Norte en Estados Unidos.

En la entrevista a ese medio francés, el asesor de seguridad del presidente estadounidense, Jimmy Carter, declaró que Bin Laden era un agente de la CIA y que ocultaron su “posible” muerte hasta la pantomima organizada el 2 de mayo de 2011 por Obama, en el asalto hollywoodiense de los SEAL a un domicilio en Abbottabad, a pesar de que la ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, ya había afirmado el 2 de noviembre de 2007 que el saudí había sido asesinado por un agente del MI6 (quizás en 2002). Benazir fue asesinada un mes después de esta revelación. Mantener “vivo” a Bin Laden durante 9 años, le sirvió a EE.UU. para aumentar el presupuesto del Pentágono (de 301.000 millones de dólares en 2001 a 720.000 en 2011), incrementar los contratos de armas y vender millones de aparatos de seguridad y cámaras de video-vigilancia, montar cárceles ilegales por el mundo, legitimar y legalizar el uso de la tortura, practicar asesinatos selectivos y colectivos (llamados “daños colaterales”), y concederse el derecho exclusivo de invadir y bombardear al país que deseara. Asimismo, declaró que las cartas con ántrax que en Estados Unidos mataron a 5 personas en 2001, no las enviaba Saddam Hussein como juraba Colin Powell sino Bruce Ivins, biólogo de los laboratorios militares de Fort Detrick (Maryland), que supuestamente “se suicidó por sobredosis” en 2008.

En definitiva, ese producto de la ingeniería militar llamado “Terrorismo Yihadista” ha servido para crear una psicosis colectiva y legitimar así las narrativas de esos gobiernos que desde hace años mantienen un caos controlado en la zona para la delineación de fronteras, estableciendo una división territorial para fijar las infraestructuras de ambos proyectos que tratan siempre de ampliar sus zonas. Y un porcentaje del dinero procedente del narcotráfico y de la explotación de los recursos energéticos, es lo que está financiando desde hace años el terrorismo internacional.

Este artículo ha sido censurado por Facebook y fue eliminado de mi perfil el 19 de octubre de 2018 por infringir sus normas comunitarias.

Esta es la Resolución 620 adoptada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el 26 de agosto de 1988 sobre el empleo de armas químicas contra civiles iraníes.

Este tipo de información contrastable o «verdades incómodas» es lo que no interesa que llegue a los ciudadanos porque desagrada al poder. Si haces clic en este enlace podrás descargarte el documento de dicha Resolución.

NR054207