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«EASTMED». Los nuevos actores en las guerras del gas.

El 30 de abril de 2020 la revista Diplomat, con sede en Georgia, en colaboración con The New York Times publicó un artículo escrito por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, sobre el gasoducto Trans-Anatolia (TANAP) que constituye el tramo principal del Corredor de Gas del Sur, cuyo objetivo es llevar el gas natural de la región del Caspio a Europa a través de Georgia y Turquía. Es la pieza más importante de un corredor de 3.500 km de largo. En este artículo Erdogan dice lo siguiente: “El mapa energético mundial está cambiando, surgen nuevos actores y cooperaciones”. “Los últimos dos siglos están llenos de guerras para controlar las fuentes de energía”. Y concluye con estas palabras: “TANAP es la Ruta de la Seda de la energía. Turquía ha sido un puente entre las ricas reservas vecinas de gas natural y los mercados de consumo, y seguirá siendo así”.

El 29 de mayo de 2018 en Bakú, capital de Azerbaiyán, se celebró la inauguración del Corredor de Gas del Sur que consta de cuatro tramos: yacimiento azerbaiyano de Shah Deniz II, el gasoducto del Caspio Meridional (SCP), el gasoducto Trans-Anatolia (TANAP) y el gasoducto Transadriático (TAP). En su discurso en el acto, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, transmitió su agradecimiento a Turquía, Georgia, Estados Unidos y los países de la UE por su papel en la realización de dicho proyecto que se ha materializado gracias a la amplia colaboración regional que engloba a los países de Azerbaiyán, Georgia, Turquía, Bulgaria, Grecia, Albania e Italia y agregó que Bosnia Herzegovina, Croacia y Montenegro se sumarán al proyecto. El último tramo de este proyecto, el gasoducto Transadriático (TAP) acaba de completarse y la primera entrega de gas a Europa está programada para finales de 2020. Con un recorrido de 878 kilómetros de longitud, conecta con el gasoducto TANAP en la frontera turco-griega, en la región de Kipoi, recorre Grecia y luego desde Albania atraviesa el mar Adriático antes de llegar finalmente a Italia.

Las aspiraciones energéticas de Turquía en la zona se vieron amenazadas cuando el 2 de enero de 2020 Grecia, Chipre e Israel firmaron una iniciativa geoestratégica y económicamente ambiciosa dando luz verde a la construcción del gasoducto Eastmed, que pretende abastecer a la Unión Europea con gas natural del Mediterráneo Oriental y crear así un nuevo corredor energético que facilite la independencia energética del continente. En principio, a la firma debería haberse sumado Italia, país crucial en el proyecto, pero por ahora se ha mostrado reticente aunque en un comunicado el Gobierno italiano recalcó que sigue interesado.

Este gasoducto, con una longitud de 1.872 kilómetros, será prácticamente submarino y permitirá el transporte de entre 9.000 y 11.000 millones de metros cúbicos de gas natural al año desde las reservas marinas frente a Chipre e Israel hacia Grecia, así como hacia Italia y otros países del sudeste de Europa. Se trata de un proyecto de gran importancia geopolítica, ya que la explotación de los hidrocarburos en la zona crea grandes tensiones con Turquía que no reconoce el derecho de Chipre a explorar y explotar los recursos energéticos del territorio. La respuesta de Ankara ha sido el envío de buques de perforación a la Zona Económica Exclusiva de Chipre, a pesar de las advertencias de Washington y de la Unión Europea. Además, Turquía ha firmado un controvertido acuerdo marítimo con el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) de Libia, en el que se atribuye amplias zonas del Mediterráneo Oriental donde existen importantes bolsas de gas y con el que pretende torpedear el recorrido del Eastmed. De hecho, “la línea trazada por Ankara y Trípoli para su zona económica en el Mediterráneo intercepta el recorrido del Eastmed”.

Libia es un estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera militarmente a la victoria de los distintos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar el Gadafi. Toda esa inestabilidad ha perjudicado las relaciones políticas y económicas entre Italia y Libia, afectando a todo un símbolo del vínculo entre ambos países, el gasoducto Greenstream que se extiende desde el oeste de Libia hasta la isla de Sicilia en Italia. Desde su construcción en 2004, el gas libio ha pasado del 6% de las importaciones italianas a un promedio del 12%. En 2009, el gas importado a través de Greenstream fue de 13.2% pero la guerra ha dañado enormemente los intereses italianos reduciendo a la mitad, en pocos años, las importaciones de gas libio. De esta forma, Italia es más dependiente de los otros proyectos que desde hace años pretenden llevar el gas desde Asia a Europa.

El 19 de julio de 2020 el Gobierno israelí ratificó el acuerdo firmado en enero con Grecia y Chipre para construir el gasoducto Eastmed. En este momento se están realizando planos, tanto de la ruta terrestre como marítima del proyecto, que esperan se termine de construir en el año 2025. Su coste inicial calculado en cerca de 6.000 millones de euros podría dispararse hasta los 10.000 millones. Otro problema que vienen señalando los geólogos es la extrema profundidad por la que discurrirá el gasoducto: 3.000 metros en un complicado suelo marino que además se encuentra en una zona de gran actividad sísmica. El alto coste del proyecto implicará que para la rentabilidad del gasoducto, el precio final que deberán pagar los europeos podría superar los 7 euros por unidad termal británica (btu). Por lo tanto, este proyecto solo podrá salir adelante si fracasan las estrategias de los corredores alternativos.

Recordemos que en las inversiones que exige la industria del gas es muy importante “la estabilidad en la zona”. Precisamente, uno de sus competidores es el segundo de los dos proyectos causantes de la Guerra Civil Siria cuyo estallido coincidió con la guerra en Libia. En 2009 Qatar propuso construir un gasoducto a iniciativa de EE.UU. para suministrar gas a Europa a través de Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía, con objeto de reducir el control de Rusia sobre la energía de Europa. El presidente sirio, Bashar al-Assad, rechazó el proyecto al entender que perjudicaba los intereses gasistas de su aliado ruso. Obama se puso al frente de la coalición para derrocar al presidente sirio y dio luz verde para que príncipes saudíes y qataríes inundasen de dinero al Estado Islámico. Apenas un año después, Bashar al-Assad, comenzó a negociar con Irán la construcción de un gasoducto alternativo que llevaría el gas iraní del campo de South Pars a Europa a través de Irak, Siria y el Líbano. Este gasoducto se había relanzado recientemente cuando el 4 de agosto de 2020 dos explosiones destruyeron el puerto de Beirut (Líbano) y sembraron el caos en la capital. Casualmente, unas explosiones que han dañado seriamente las aspiraciones de uno de los proyectos alternativos que pueden competir con el gasoducto Eastmed.

El otro competidor es el Corredor de Gas del Sur que recordemos consta de cuatro tramos: yacimiento azerbaiyano de Shah Deniz II, el gasoducto del Caspio Meridional (SCP), el gasoducto Trans-Anatolia (TANAP) y el gasoducto Transadriático (TAP). Precisamente, poco después de las explosiones en el puerto de Beirut, concretamente, el 27 de septiembre de 2020 estalló el conflicto armado de Azerbaiyán contra Armenia y la República de Artsaj en la región del Alto Karabaj. Tan solo un día antes, habían finalizado las maniobras militares rusas “Cáucaso-2020” que involucraron hasta 80.000 militares con maniobras navales en el Mar Caspio y el Mar Negro, y que contaron con la participación extranjera de China, Irán y Bielorrusia.

El 9 de noviembre de 2020, el derribo “accidental” por Azerbaiyán de un helicóptero ruso, sirvió para que Vladímir Putin comenzara a enviar fuerzas pacificadoras a Nagorno Karabaj para garantizar el acuerdo de paz firmado entre Azerbaiyán y Armenia. En mi opinión, la creación de un centro conjunto ruso-turco que controla el alto el fuego en la región, tiene como objetivo garantizar la estabilidad que necesita el Corredor de Gas del Sur, cuyo último tramo (TAP) acaba de entrar en operación comercial para hacer una realidad el suministro de gas natural desde Azerbaiyán a Europa. De hecho, Gazprom tiene la intención de conectar al TAP o el TANAP su proyecto Turk Stream, la última variante de los planes rusos de llevar gas a través del Mar Negro.

Todo ello, sin descartar como apunto en mi vídeo, que el gasoducto iraní que pretende llevar el gas hasta Europa atravesando Irak y Siria, pueda finalmente conectarse también a este corredor y convertir a Turquía en un centro de distribución de energía para Europa, como ya declaró a finales de 2014 el presidente ruso Vladímir Putin.

El “convidado de piedra” en el conflicto armenio-azerí ha sido Israel que con el apoyo de Estados Unidos seguirá interesado en una inestabilidad duradera en la región para la viabilidad de su proyecto Eastmed. Por su parte, Rusia ha alertado que la guerra será la única opción si se rompe la tregua en Nagorno Karabaj.

El vector propuesto por todos los ponentes de la última Conferencia sobre Transición Energética para recortar las crecientes emisiones de dióxido de carbono fue el hidrógeno, el gas que puede sustituir a todos los combustibles contaminantes en una década, según algunos expertos. Hoy día, la manera más económica de producirlo de forma comercial es a partir del gas natural mediante un proceso de reformado con vapor. Y los actuales corredores gasísticos podrán reconvertirse para distribuir este gas. Esta transición energética eleva la tensión en el nuevo mapa energético que se está diseñando con la entrada además de nuevos actores, y es lo que está provocando una escalada de tensión que podría acabar en un conflicto armado a gran escala.